“Mejor morir de cáncer que de hambre”, son palabras que se pueden oír en la playa de Priolo, en Sicilia. A la sombra de la encantadora ciudad de Siracusa se encuentra uno de los mayores complejos petroquímicos de Europa. 70 años después de la llegada de las primeras refinerías, la zona parece abandonada a su suerte mientras el veneno contamina el cielo, el agua y la tierra. Tejida en torno a fragmentos aportados por los habitantes que resisten, se resignan o eligen mirar hacia otro lado, la película “Toxicily” se propone contar la historia de un lugar sacrificado sobre el altar del progreso, la modernidad y la globalización.